"LA SONRISA DE HADES"

A la muerte no le gusta llegar de repente.

Es osada como la excepción

en las leyes universales,

Rompe las barreras del sonido

para decirnos que ya está aquí.

Yo la vi de lejos, a su espalda, las primeras veces.

Vi que la observaba con sus botas de agua

y el paraguas en la mano

con el gesto de quien espera en la marquesina.

Y luego, cómo se le fue acercando,

con el zigzag de un delantero entre la gente, hasta acercarse,

hasta rozarle el cuello con su respiración dormida,

hasta penetrarle en las costillas

dejando su huella imperceptible

como un claro en la hierba de los parques.

Así la vació como una habitación de soltera

hasta que por las grietas de los huesos

se le escuchó el eco de los salones amplios

y abandonados.

Un detalle por su parte: mostrarse sólo para mí.

Así que sólo yo veía tres reflejos en los escaparates,

que éramos tres durante las noches insomnes,

tres cuando sonaba el despertador

En la madrugada,

cuando un hilo de mejoría puso una cena sobre la mesa

y abusamos del vino. Tres en el coche

en el camino memorizado al hospital.

Fuimos tres hasta cuando nos tumbamos

por última vez, en la playa, con las tres siluetas intercaladas

y sus respectivos hoyos en la arena.

Y entonces, con la mirada infinita, la duda:

¿Llegará la muerte de repente?

Se me resbaló un no por la garganta anudada

que sonó a última súplica del ahorcado.

Por una vez hablé con sinceridad

pero alguien, a mi lado, esbozó una sonrisa

Desde lo más oscuro

del fondo del mar.

A Carme, porque hay cosas

que solo puede contar la poesía.

Victor Filgueira

(18/10/2024)

SEGUIDORES