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"EL PESO DEL MIEDO" · (Emecé Condado)

 


"EL PESO DEL MIEDO"

Clara odiaba los ascensores. Odiaba ese momento en que las puertas se cerraban, aislándola del resto del mundo, obligándola a enfrentarse a su reflejo en ese metal frío que devolvía siempre la misma imagen: la de una mujer atrapada en su propia vida. Pero más que el ascensor, lo que realmente odiaba era lo que representaba: la posibilidad de caer en picado sin ni siquiera tener tiempo de reacción.


Subía lentamente los cinco pisos hasta su apartamento. Cada peldaño era un pequeño castigo que se autoimponia, un recordatorio de que no se podía huir del miedo. Ni del ascensor, ni de algo mucho más profundo: el miedo a enamorarse.


Clara había aprendido a vivir entre líneas. A no comprometerse ni con una idea, mucho menos con una persona. Sus relaciones eran de quita y pon: café, unas cañas, cena, unas copas, sexo y olvido. No había espacio para que los sentimientos echaran raíces. Sabía qué decir, cuándo irse y cómo asegurarse de que la otra persona jamás intentará volver. Todo bajo control. Hasta que llegó Héctor.


No era diferente de los demás, pero había algo que la inquietaba. Un hombre sencillo, camisa de cuadros, barba descuidada. Lo de siempre. Pero cada vez que se acostaban juntos, había algo que rompía el esquema. El sexo con Héctor tenía una cadencia extraña, una vulnerabilidad inesperada. No se trataba solo de lo físico, aunque no podía negar que su piel se encendía al contacto con la suya, que cada vez que sus manos la recorrían se sentía viva de un modo que la aterrorizaba. Había algo más.


No podía entenderlo. Héctor la desarmaba de maneras que nunca había permitido a nadie. Y lo peor de todo era que lo hacía sin esfuerzo, sin pedir nada a cambio. Era él quien se quedó dormido después del sexo, mientras ella lo miraba, despierta, pensando cómo demonios había llegado a ese punto. Él dormía tranquilo, enredado en las sábanas, mientras ella se quedaba desvelada, sintiendo que el aire en la habitación se volvía cada vez más denso. No era miedo. Era algo peor. Era la sensación de que esta vez no iba a salir corriendo.


La última vez, después de una noche que había comenzado con una cena casual y terminó con sus cuerpos enredados, Clara se levantó de la cama y se asomó a la ventana. Héctor dormía a sus espaldas, respirando profundo. Ella se abrazó a sí misma, como si el frío de la noche pudiera congelar las emociones que se desbordaban dentro. Porque no era solo el sexo lo que la enloquecía. Era lo que venía después.


Cada vez que él la abrazaba tras hacer el amor, Clara sentía que una pared invisible caía a su alrededor. Como si sus dedos dibujaran una grieta en el corazón que había construido durante tantos años. Sentía sus latidos al ritmo de los suyos, y esa conexión, más que el orgasmo, era lo que le daba miedo. ¿Cómo se enfrentaba a esa intimidada? Cada vez que Héctor le susurraba algo al oído mientras la hacía estremecer, Clara sentía que perdía el control. Y si algo había aprendido en la vida, era que perder el control significaba caer.


Pero Héctor siguió ahí, noche tras noche, abriéndole caminos en su piel y en su cabeza. Y Clara, acostumbrada a huir, ya no sabía si quería escapar.


Una noche, mientras lo miraba dormir, lo entendió. Su miedo no era que Héctor se convirtiera en algo más, ni siquiera que la hiciera vulnerable. El verdadero terror era que, cuando por fin se dejara ir, ya no habría marcha atrás. Que lo que empezaba con unas risas y una cama deshecha terminara con la necesidad de tenerlo cerca. Y eso, Clara lo sabía bien, era una cárcel de la que nunca se escapaba.


No tenía miedo de enamorarse; no, lo que temía era que, esta vez, fuese para siempre.


Emecé Condado

(07/10/2024)








Comentarios

  1. Impecablemente redactado. Pero el tema...una cárcel? Claro, sus miedos irracionales, como el de al ascensor.

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  2. 👏👏👏👏👏. Me encantó.

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  3. La ejecución del relato es de diez. Ni falta ni sobra nada.
    El tema es el tema: el amor. Eso que nos quema primero y nos congela después.
    Una pasada la forma de escribir de Emecé.

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  4. Perfecto. Como todo lo que escribes.

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  5. Siempre nos dejas con un sabor increíble y ganas d más... gracias por poner palabras a sentimientos q muchas veces no sabemos cómo expresar, aunque así lo sentimos.
    Abrazo enorme ❣️

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  6. Como un telar perfecto: Tejiendo emociones, tocando fibras, sacando hilos..
    Apapacho.

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